Según el programa de fútbol base Grassroots FIFA
“La naturaleza dicta que los niños deben ser niños antes de convertirse en adultos. Si intentamos modificar este orden natural, alcanzaremos la edad adulta de forma prematura pero sin sustancia ni fuerza”.
Jean-Jacques Rousseau
Para entrenadores-educadores de fútbol
La misión del entrenador-educador
Ganas de transmitir, ganas de compartir, ganas de dar, ganas de ocuparse de los demás. Esa es la misión del entrenador-educador: una vocación.
La función pedagógica del entrenador-educador es crucial: transmitir conocimientos y valores. Para ello, es necesario conocer al niño, sus características y tener en cuenta su edad y sus capacidades. En definitiva, practicar una pedagogía basada en el apoyo y los logros.
El fútbol con pocos jugadores, en espacios reducidos, responde a estas dos preocupaciones. En espacios reducidos, mejor adaptados a sus capacidades fisiológicas, el aprendiz de futbolista tocará el balón más a menudo y, de esta forma, aprenderá a dominarlo y controlarlo mejor. Aprender jugando, esa es la misión confiada a los educadores de fútbol.
Jugando, el niño aprende mientras disfruta. Por tanto, el juego supone un medio extraordinario de desarrollo psicomotor que permite al niño superar sus temores, liberarse, tomar iniciativas, asumir riesgos e inventar. Se trata, sencillamente, de divertirse juntos jugando al fútbol y de compartir este momento.
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